Me generaba temor abrir mis alas y volar y con la ambivalencia de si mejor seguía siendo oruga o simplemente me mantenía en el capullo creyendo que algún día iba a ser mariposa.
La investigación acerca de mis ancestros y si tenía linaje Sefardí me ha llevado a descubrir mucho quien soy y porque actúo, pienso y siento de “X” o “Y” manera y el dicho que si uno no conoce su historia tiende a repetirse es muy cierto, pero no sólo porque se repita sino porque se transmite en nuestra crianza y luego en nuestro actuar consciente e inconsciente y eso conlleva a la repetición.
Antes de iniciar deseo hacer dos salvedades:
La primera, como siempre lo digo, me reservo el derecho de cambiar de opinión a la medida que profundizo en mí.
La segunda, en este artículo no analizo la historia ni la causa del porque conllevó lo uno o lo otro. Solo aquí hago referencia como esas emociones afectan nuestras células del cuerpo y quedan impregnadas en nuestro ser para luego condicionar nuestro actuar.
Dicho esto, voy a hacer un recuento de mi historia y hasta lo que he leído acerca de porque los judíos sefardíes llegaron a nuestras tierras “América” y porque eso ha influenciado en mi actuar.
Con esto pude comprender muchas creencias limitantes que me he enfrentado durante años y que me frenaron por mucho tiempo y que me generaba temor abrir mis alas y volar y con la ambivalencia de si mejor seguía siendo oruga o simplemente me mantenía en el capullo creyendo que algún día iba a ser mariposa.
A la medida que ese capullo se va abriendo, encontrando en cada cosa que haces, lees o dices día a día la fuerza interior para ser quién eres, cada historia, cada palabra, cada persona que coincide contigo te hace entender y vivenciar ese infinito e ilimitado mundo interior que eres.
Nací en una época y en una ciudad con mucha violencia donde los secuestros y las bombas eran el día a día, las oraciones eran que no coincidiera el lugar ni la hora equivocada, cualquier lugar era un blanco lo importante era no coincidir. Se evitaba así sitios públicos y como yo era tan pequeña cuando inició esto, yo no pensaba en el terror, ni la angustia, ni entendía mucho que pasaba, yo sólo sentía el miedo y la tristeza de los demás, como lo sentía libremente sin ningún filtro, quedó impregnado en mis células de mi cuerpo.
Escuchaba que era mas seguro caminar por la mitad de la calle para poder correr para ambos lados que caminar por las aceras, concluí que era mejor no hablar de política, ni de religión, ni de temas susceptibles porque no se sabe quién está escuchando tras bambalinas; el temor de hablar en público, de la persecución y de poder perder la vida en cualquier momento me persiguió por años sin comprender bien el porqué sentía ese miedo. ¿Por qué sentía el miedo de mostrarme como soy, de mostrar mi femenino, porque no era capaz de alzar mi voz, porque callaba?
Esta pregunta tiene muchos hilos, pero uno de ellos para poder ir sanando era la historia sin filtro que sentí cuando era pequeña.
Ahora, al leer más acerca de los judíos sefardí, también sentí la persecución de ser diferente, ellos esconderse en América para no ser encontrados y hasta aquí vinieron a buscarlos para matarlos sino se convertían y recurrieron a disfrazar sus costumbres, modificar sus apellidos para no ser encontrados, observé también mucho temor en nuestros ancestros que de igual manera se lo transmitieron a su siguiente generación y así sucesivamente.
También con el poco conocimiento de historia que tengo acerca de la colonización, también hay mucho temor, y muchas otras emociones que no son el tema, pero podemos concluirlas cada una en su propia reflexión.
Con esta pequeña historia sin mucho contexto, sin analizar el porque los perseguían, sin analizar la historia hacia atrás, sólo enfocándonos en el sentir, en la emoción, en el miedo que podían tener en ese momento y como eso queda impregnado en nuestro cuerpo, en nuestras células y como se transmiten de generación en generación afectando nuestro presente, nuestro actuar y nuestras creencias limitantes que no nos permite expresarnos como el ser que realmente somos.
Podemos sacar muchas conclusiones de las decisiones que tomamos de ocultar nuestra vulnerabilidad, nuestro temor y mostrarnos fuertes ante la adversidad, sin permitirnos sentir y ser la mujer cíclica que somos, sin eso desmeritar nuestra fuerza femenina.
De ocultar nuestras opiniones y creencias por miedo a ser diferentes.
Cambiar nosotros mismos para poder encajar en una sociedad a la cual no pertenecemos y no estamos de acuerdo.
También, pensar en positivo, cuantas cosas buenas tenían nuestros ancestros que también queda impregnado en nuestras células y se transmiten de generación en generación.
Y así sucesivamente podemos hilar hasta lo más profundo o solo estar en la superficie y ver como nuestras acciones son efecto de las circunstancias y no causa de las mismas.
Haciendo un recorrido breve de lo que conoces de tu pasado, ¿qué emoción o creencia crees que se ha trasmitido de generación en generación consciente o inconscientemente en tu familia y como ha afectado tu vida?