Estaba en clase de fotografía y el ejercicio para ese día era: caminar, observar… y tomarle una foto a algo que realmente nos gustara.

Me sentía un poco bloqueada con el ejercicio, no sabía a qué tomarle foto, la fotografía no es mi pasión y era muy abierta la instrucción para mi🙈. Entonces fui a distraerme un rato y compré un capuchino y al girar vi lo que realmente me gustaba, sentí como si me estuviera llamando. Me pareció tan hermosa esa caneca y el contraste con esa pared de ladrillos, que se mereció un clic. Se veía tan minimalista y a la vez, su presencia llenaba ese espacio, como decía mi hija cuando estaba pequeña. "Estaba en el Punto Exacto".

Un objeto tan desapercibido, pero tan útil al mismo tiempo. Nadie se detiene a mirarla y muchos prefieren esconderla.

Pero siempre está ahí, prestando su servicio, dando lo mejor de sí misma, para lo que fue hecha, sin buscar protagonismo. En sofrología hay un ejercicio donde vemos los valores tridimensionales de los objetos y trascendemos la mirada hacia ellos, por lo general hay un ser humano que invirtió tiempo en ellos, puso su energía y talentos a disposición nuestra, etc. Todos los seres vivos y los objetos tenemos valores pasados, presentes y futuros y al tomar consciencia de esos valores, cambiamos nuestra actitud y actuación hacia ellos.

Ese día, para mí, la caneca tuvo voz y todos mis compañeros la notaron. Hablaron del sentimiento que les generaba verla.

Esta foto me encanta, es un recordatorio para mí de hacer las cosas con alegría, belleza, amor y armonía, aunque nadie esté mirando.

Como dice la leyenda que le preguntaron a Miguel Ángel cuando pintaba la Capilla Sixtina y tu porque pintas ese techo con tanta belleza y dedicación si nadie lo va a poder ver con ese detalle y el responde: pero Dios, si.

Así también me gusta mirar la vida.
Porque el verdadero servicio no depende de los ojos que lo ven…
depende de la coherencia y desinterés con que lo haces.

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